lundi 7 novembre 2011

jigsaw falling into place

Mientras caminabas disfrutando el violin que se acurrucaba en tus oidos, mientras olias la noche negra que se acercaba (no sabias si dentro o fuera tuyo), mientras una hoja anaranjada que caìa para siempre del árbol te rozaba la mejilla,  yo me dormia dentro tuyo y me disfrazaba de ojos verdes y tez blanca y algun color de pelo extavagante. Te dejaba que me construyeras suavemente tejiendo mi cabello de violines, llenando mi boca de noche negra, de dentro y de fuera; estampando a cada uno de mis gestos la gravedad de la hoja que cae. Con tus pasos me dibujabas en la oscuridad, para ocultar y tapar el vacìo de los pasos que alguien no ha dado, cuyas palabras ausentes habràn escrito una frase que dormìa bajo tus parpados y que, sin amenazas, parecia esconderse bajo tus ojos para dictarte un camino trunco. 
Pequeño tonto, pequeñito. Ahora sabés que no estoy hecha de violines y que aunque haya caído hace ya un rato  del árbol no tengo la gravedad color anaranjado seco que querés estamparme. Ahora vas a dejar de dibujarme de ojos verdes y me vas a hacer el favor de internarte en esa noche negra -de dentro, o de fuera- y acariciar la oscuridad para encontrar pelos enmarañados, hojas superfluas que juguetean con el viento y alguna que otra mujer que no esté ahí para desandar los pasos que alguien no ha dado ni tejer las palabras, ni borrar la frase que amenazaba con dicarte un camino trunco.
Ahora tenés un jigsaw falling into place. 
Y el vacìo de la pieza faltante es justamente la que completaba el paisaje.   

dimanche 16 octobre 2011

los tesoros del señor P

El señor P guarda en un cajón sin cerradura: El sol que tiñe de malva el otoño y el mar de otoño. La mujer que mira el mar mientras se desviste para entrar en el agua. Los ojos de la mujer que mira el mar mientras se desviste y los ojos de toda mujer que alguna vez lo han mirado como ella. En los ojos de toda mujer enamorada hay agua de mar, se dice el señor P, quien recorre el mundo con su gotero mágico atesorando ese liquido precioso en el que navegan mezclados marineros, piratas y soldados; en donde se esconde Avalon con sus nueve hermanas y en donde el señor P rema y rema sobre su botecito de papel y trompitos multicolores. 
El señor P guarda en una jaula sin cerradura: Un globo de papel coloreado que al llenarse de aire corre raudo por la playa (siempre y cuando el viento lo lleve) y que indica el camino a los navegantes, como una brujula sin norte (siempre y cuando los navegantes corran raudos también). El globo del señor P no es de esos que revientan pero sì es de esos a los que hay que emparcharlos de cuando en cuando, con un papel diferente cada vez. Y cuantos mas parches tiene, mas colorido brilla el globo en el cielo y mas navegantes lo siguen, pudiendo volver felizmente a sus casas, donde sus mujeres, luego de haberse bañado en el mar de otoño les prepararan un chocolate caliente y los miraran dormirse entre sus brazos durante la noche.
Y eso también, lo guarda en algún lugar, el señor P. 

dimanche 18 septembre 2011

resaca for a dream.

Me mirabas, con tus ojos empañados por esa ligera capa de alcohol que suele quedarse un rato mas en la retina, cuando las copas de vino de màs te obligan a hablar con tus verdaderos gestos. Parada en el medio de la bañera, desnuda, me mirabas con tu sonrisa despintada, como pidiendome algo, anhelante y nostalgica. Me preguntabas porqué no habia leìdo tus poemas. Me lo preguntabas tres veces.
Me desperté sobresaltado. De alguna manera tu pregunta no se iba con la vigilia ni con el jabón de la ducha. Una mezcla de sentimientos despintados en tu sonrisa se colgaba de mis tobillos. Y aunque no escribas poemas te seguí viendo, delante mío por un rato, reprochandome y esperando una respuesta, hasta que un perro grande y blanco pasò por la calle. Salí tras él porque amo esos perros y no hay nada mas lindo que seguir sus pasos a través de la ciudad silbando bajito una canción de los beatles.

mercredi 7 septembre 2011

corazon couleur

Abri las ventanas, inflé mi corazòn de colores y lo dejé en el medio del salòn. Un viento raudo lo hizo girar como loco llevandolo a los cuatro rincones de la pieza. Lo dejé saltar y jugar con el viento mientras me dedicaba a otra cosa: enviar correos, ocuparme de los impuestos responder alguna boludez en facebook. Mi corazòn recorria las habitaciones, desde mi cama hasta la cocina. El viento lo enloquecia y lo hacia rodar lejos, lejos. A veces se desinflaba y habia que volver a llenarlo de aire y ahi se echaba a rodar otra vez. A veces una brisa pequeña lo hacia marchar a paso de caracol, como cuando los caracoles no quieren salir de su caparazon y alejan uno a uno sus ojitos del sol. Y mi corazòn de colores podia entonces apreciar cada veta de madera, cada centimetro de alfombra que habia en el camino. Hasta que otro viento raudo lo llene nuevamente de aire y lo lleve lejos, lejos, adonde él quiera dejarse rodar. 

samedi 27 août 2011

the laughing heart-Charles Bukowski.

your life is your life
don’t let it be clubbed into dank submission.
be on the watch.
there are ways out.
there is a light somewhere.
it may not be much light but
it beats the darkness.
be on the watch.
the gods will offer you chances.
know them.
take them.
you can’t beat death but
you can beat death in life, sometimes.
and the more often you learn to do it,
the more light there will be.
your life is your life.
know it while you have it.
you are marvelous
the gods wait to delight
in you.

@Charles Bukowski

lundi 15 août 2011

nudos

Desatarme de qué. Si tan sòlo supiera dònde està el peso de la piedra que me aferra y que retiene mis pies en el mismo lugar. Buscar la cuerda, jugar al perro que rastrea el nudo y dar al fin con la maraña oscura de pensamientos y sentimientos enredados que envenena el agua de mi pececito rojo. Jugar al explorador, partir tras cinco mil pistas sobre el origen del nudo, el porqué el còmo el cuando, las diferentes categorias de nudos: el nudo umbilical, el nudo nunca atado de las zapatillas, el nudo en la garganta, el nudo imposible de deshacer una vez que estàs dentro y el nudo al pedo, de esos que uno se hace sòlo porque tiene ganas y con quién tiene ganas.
Clasificarlo, elaborar teorias de nudo, armar carpetas, dar clases de nudo, proponerse como desanudador practico y quirurgico, creerse desanudador artistico y en vez de desanudar tejer subtilmente veinte nudos mas chiquitos, pero no por eso menos tenaces y caprichosos.
Puede que nunca sepa el peso de la piedra, ni encuentre su nudo. Creo que me voy a ir a sentar por ahi un rato, a mirar pasar las nubes y las chicas al sol. Hay sonrisas que lo desatan a uno, hay ojos que lo desanudan, lo desandan y lo desnudan. Hay pecas y manos que dibujan pececitos en el aire. Hay un camino al lado del mar que me lleva al viejo faro, desde donde se ve la estrella polar, la que hace girar a la tierra en su eje.
Por ahi en algùn momento mis pies se sentiràn mas ligeros y me llevaran donde ahora no me atrevo a ir, el nudo se habrà desatado solito y se habrà ido ofendido por las calles del sur. 
Porque no hay peor cosa que hacerle a un nudo: olvidarse completamente de él.



vendredi 5 août 2011

Archives

El señor vino porque no quería morirse sin recordar como era. Se lo dijo a la archivista. Que quería ver como había sido su esposa, después que su casa se había incendiado, después que ni siquiera una mísera fotografia había escapado de las llamas, las mismas que aún seguían quemando sus cartas durante la noche, cuando ya no podía ni escribir o dibujar el tímido rostro que se le escapaba entre las manos y que él había estado intentando aferrarlo durante tantos años, 70 para ser precisos, de acomodar orejas, sonrisa, ojos atravesados por ejes, mas arriba o mas abajo, pelo rubio pero no, rubio oscuro tirando a castaño, eléctrico en los dias de humedad. Pero sobre todo esa sonrisa. Si hasta los ojos se te sonreían y tus manos hablaban mas que tu boca...
El señor esperaba en su casa porque no quería morirse sin recordar como era. Esperaba que la archivista lo llamase, le dijese "tengo una foto, la foto del vestido rojo, la sola foto que ella vino a sacarse el día en que la declararon francesa". Esperaba en su casa mientras describía en su diario como hablaban sus manos, como podía convertir una sonrisa sincera en una mueca de payaso para alegrarle una mala noticia, como le gustaba cambiar de tanto en tanto los muebles de lugar par sentir que se renovaba y que lo renovaba con ella, como había cocinado para él un medallón de carne exquisito, preparando hasta las servilletas del color de su vestido rojo para decirle que nunca lo olvidaría y que acaso no seria el rojo lo que prenda fuego su casa sino el olvido de la sartén mientras la archivista buscaba, mientras el hombre esperaba solo y moría sin la imagen que había reconstruido pero para qué si su sonrisa seguía estando tan fresca cerca de él. Sin foto pero con sus manos que hablaban mas que su boca y su ronquido dulce que se filtraba en sus oídos mientras él dejaba caer su diario en la infinita noche. 

samedi 30 juillet 2011

bici by night

Volver en bicicleta en la noche descubiriendo con cada pedaleada una maqueta silenciosa, espejito de la cancion que tarareamos contentos. Dejar que el corazòn vaya por delante y que elija las calles. Que se lance y tome otra vez el volante después de haber desvariado un rato y haberse perdido como un tonto en una ciudad sin sentido, que habia dibujado y que habian dibujado para él. Dejarse acariciar por una, dos estrellas. Saludar con la mirada la gente que vuelve sola a casa, o acompañada. Pedalear con la agradable sensacion de saber que viviré en otro lugar siempre, y que mi ùnica casa, alli donde descanse, serà ese movimiento perpetuo, el de volver a la noche tarareando alguna cancion bajo la luna.

mardi 26 juillet 2011

coeur jeune

No puedo evitar cargar mi valija roja, llenarla de libros, de aromas de medianoche, de luces de vuelta de borrachera a casa y del mismo camino andado y desandado durante años. De tus cartas, de tus tarjetas postales, de tus fotos, de tu sonrisa timida o salvaje, depende el año y el paìs que habites. Cargar el silencio de mi antiguo departamento, cargar un perro, una tormenta que se acerca o una palabra tuya que me cubriò de la tormenta de pulgas que me cayò encima, culpa de andar con gatos que a la noche son pardos, como todos los. Y no hace falta mucho esfuerzo para que. Tan solo me basta alzar la cabeza, tan solo un violin, un piano y ya estoy cargando la valija de boludeces tiradas. De esas que la gente tira por la ventana o que tan sòlo deja olvidadas en la calle, sin darse cuenta.
Pero la valija se me està poniento pesada. A veces no sé si es ella la que dirige mis pasos. A veces estoy obligado de evitar las calles de empedrado para poder transportarla pues no le gustan mas que las calles lisitas, por donde se rueda bien. Me gustaria poder al menos dejar algunas cartas en la playa, poder olvidar un gesto tuyo en un banco de uan plaza en Buenos Aires o que un pajaro lleno de colores se lleve nuestra foto para alimentar a sus pichones. Pero no puedo evitarlo, soy mi valija roja y tambien mi valija azul, la que espera vacia, como si no necesitase ni de ropa ni de cartas ni de la mano que puse encima de la tuya cuando te vi después de tanto tiempo, del otro lado del atlantico. Soy este equipaje cargado y sin cargar, el que le gusta andar por calles lisas y seguras y el que debe soportar empedrados que hubieran dejado sin cargamento a mas de uno.  Soy tus cartas, tus postales, tus fotos guardadas en un rincòn y las ganas de quemarlas también, y el cielo azul que me espera afuera, y el pajaro que me vio pasar cuando finalmente decidì deslizarme cuesta abajo sobre las dos valijas, sin frenos, sin guia y sin instrucciones, sintiendo el viento raudo susurrandome al oido: lucky you! lucky you!
Et c'est pour ça que je te remercie aussi,  petite toupie. 

dimanche 19 juin 2011

La isla

Se dice que se viene a la isla llorando y que llorando se parte de ella. Yo llegué a la isla escondiendo una lagrima entre mis papeles y tapando los huecos de mi barca con corchos de vinos y cervezas. Era necesario para ello beber bastante pues mi barca estaba repleta de agujeros y hacìa agua. Sin embargo, conseguì llegar a la isla sano y salvo y hasta me las arreglé para encontrar un pequeño mirador, dejar secar mis memorias y mis escritos de la lagrima incesante, y salir a recorrerla. Al final no fue la lagrima sino la eterna lluvia de la isla la que convirtiò mis escritos en un burdo charco de tinta. Pero sino hubiese sido por ella no hubiese podido comenzar a comprender que la isla no era solamente el lugar al que yo habia venido para destruir mis memorias: La isla era también un puerto, un paso obligado de una buena cantidad de viajeros que se habian dado cita tiempo atràs para encontrarse luego de alguna travesia peligrosa, en una ciudad alejada por las aguas y por sus incesantes lluvias. La isla era asì una suerte de posta, un lugar para reparar botes o para comprar otros nuevos, para redactar o descubrir nuevos mapas, para intercambiar leyendas con otros viajeros y advertirlos de las oscuras sombras que rondan en las profundidades de los mares aledaños.
La isla también estaba poblada de sirenas de esas que cantan y vuelven locos a los marineros. Algunas de ellas desafinaban y habia que abrazarlas por las noches para consolarlas. Siempre supe que yo habìa venido a la isla atraìdo por el canto de una de ellas, pues los cantos de las sirenas cuando se oyen a la lejanìa y en la noche no enloquecen sino que inspiran al viajero. Su dulce melodia (aunque desafinada) les atraviesa el corazòn y dibuja en su alma colores de otras tierras. Asi el viajero termina por abrir una botella de vino y dedicarse algunas noches de luna a escribirles a las sirenas una poesia por demàs incoherente.
...
Los años en la isla pasaron muy rapidamente. A ellos les debo el haber conocido a una buena cantidad de viajantes, piratas y marineros que se encontraban en la isla, algunos desde hacia años.  Los habìa que poseìan botes màs descuidados que el mìo aùn y hacìa falta màs que vino y cervezas para mantenerlos a flote. Otros eran dueños de barcos tan relucientes que la madera parecìa de oro y plata y enceguecìa a los peces mismos cuando se hacìan a la mar. De noche esos barcos guardaban la luz del sol en sus proas y la gente los llamaba "estrella de mar" o "ojos de viajero". Algunos se habian extraviado y habian navegado un gran tiempo a la deriva y venian seguramente a la isla a tomar consejo o armar algùn mapa que les dibujasen otros marineros.
Algunos de ellos partìan de la isla en el mismo bote, otros eran simplemente solitarios. Otros huìan de las sombras de las profundidades del mar y algunos, que juraban haberlos encontrado, habìan vendido y hasta quemado sus botes para no hacerse a la mar nunca màs y poder descansar en tierra firme el resto de sus dìas. Los otros viajeros los miraban entonces con desprecio y partìan ràpido en busca de la isla en la que ellos mismos quemarian sin saber su bote para siempre. 
Yo llegué escondiendo una lagrima entre mis papeles. La lluvia de la isla se encargò de disolverla y convirtiò mis letras dibujadas con precisiòn en una burda mancha de tinta. También fue en la isla que otros viajeros me ayudaron a reparar mi bote como yo el de ellos y ambos comprendimos asì porquè la isla deberia ser un lugar de paso obligado, una posta. Alli también adopté seres de mil colores que me seguirian bajo el agua y un pececito de sol que encontrò hogar en la proa de mi barca proclamàndose guia de mi pròximo viaje pues la noche en altamar solìa ser muy oscura. Me quedarà tan sòlo comenzar a dibujar poco a poco un nuevo mapa o dejar que mi pez de sol me guìe entre las olas. La hora de partir està cerca y mi bote, anclado en el muelle mas cercano, reluce orgulloso sus nuevas maderas y algùn que otro agujerito que se taparà en altamar, cuando el recuerdo de la isla, sus sirenas y sus viajeras despistadas venga a visitarme junto con la sombras que habitan en las profundidades del océano.   
No hay lagrima alguna entre mis papeles, y si acaso habrà nostalgia, serà aquella de encontrar lo que tengo delante.