lundi 15 août 2011

nudos

Desatarme de qué. Si tan sòlo supiera dònde està el peso de la piedra que me aferra y que retiene mis pies en el mismo lugar. Buscar la cuerda, jugar al perro que rastrea el nudo y dar al fin con la maraña oscura de pensamientos y sentimientos enredados que envenena el agua de mi pececito rojo. Jugar al explorador, partir tras cinco mil pistas sobre el origen del nudo, el porqué el còmo el cuando, las diferentes categorias de nudos: el nudo umbilical, el nudo nunca atado de las zapatillas, el nudo en la garganta, el nudo imposible de deshacer una vez que estàs dentro y el nudo al pedo, de esos que uno se hace sòlo porque tiene ganas y con quién tiene ganas.
Clasificarlo, elaborar teorias de nudo, armar carpetas, dar clases de nudo, proponerse como desanudador practico y quirurgico, creerse desanudador artistico y en vez de desanudar tejer subtilmente veinte nudos mas chiquitos, pero no por eso menos tenaces y caprichosos.
Puede que nunca sepa el peso de la piedra, ni encuentre su nudo. Creo que me voy a ir a sentar por ahi un rato, a mirar pasar las nubes y las chicas al sol. Hay sonrisas que lo desatan a uno, hay ojos que lo desanudan, lo desandan y lo desnudan. Hay pecas y manos que dibujan pececitos en el aire. Hay un camino al lado del mar que me lleva al viejo faro, desde donde se ve la estrella polar, la que hace girar a la tierra en su eje.
Por ahi en algùn momento mis pies se sentiràn mas ligeros y me llevaran donde ahora no me atrevo a ir, el nudo se habrà desatado solito y se habrà ido ofendido por las calles del sur. 
Porque no hay peor cosa que hacerle a un nudo: olvidarse completamente de él.



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