lundi 14 février 2011

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No olvidar: Comprar hilo sisal urgente y 40 kilos de estopa, cabello rubio y si es posible recién cortado, dos bonitas piedras lapis lazuli o de opalo y por si acaso un ramo de flores. La comida estarà lista antes que puedas siquiera emitir un quejido de hambre o haberte manchado la estopa con vino. Las flores en su lugar, el sol en el punto justo, la estrella esperando salir. Te juro que hasta voy a anotarte las instrucciones en hojas doradas y rellenarte con ellas el hueco en el que deberia ir tu corazòn. No te espantes, va a ser todo tan simple y perfecto, sobre todo perfecto. Lo ùnico que tenés que hacer es mirar a través de la ventana el sol que se viste de àrbol desnudo. El laspis lazuli harà el resto y hasta puede que aùn llegue a contemplar el guiño de la estrella en tus ojos tiesos que no son ojos sino lapis lazuli, claro (u opalo, pero el opalo es tan mar, tan secreta, lejana e impredecible). Yo me arrodillaré a tu lado para acariciar el magnifico pelo recién comprado y te ofreceré un ramo de rosas rojas como lo que deberia haber sido tu corazòn sino fuera por que el color de las hojas en las que escribi las instrucciones es mas bien dorado, como los engranajes, como el cuadrante de mi reloj roto, que junto con las instrucciones rellena el hueco de. Tan sòlo tenés que sostener mi mano en el momento justo, ni siquiera te pido que emitas un sonido, que digas una frase de màs o un gesto de menos. El sol no se detiene y hay que mirar hacia la ventana, acaparar  ese ultimo rayo para devolvérmelo con tus ojos piedra, los que fabriqué incansablemente el dia que mi reloj se detuvo en mi muñeca y poco a poco dejò de funcionar. 

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