samedi 27 août 2011

the laughing heart-Charles Bukowski.

your life is your life
don’t let it be clubbed into dank submission.
be on the watch.
there are ways out.
there is a light somewhere.
it may not be much light but
it beats the darkness.
be on the watch.
the gods will offer you chances.
know them.
take them.
you can’t beat death but
you can beat death in life, sometimes.
and the more often you learn to do it,
the more light there will be.
your life is your life.
know it while you have it.
you are marvelous
the gods wait to delight
in you.

@Charles Bukowski

lundi 15 août 2011

nudos

Desatarme de qué. Si tan sòlo supiera dònde està el peso de la piedra que me aferra y que retiene mis pies en el mismo lugar. Buscar la cuerda, jugar al perro que rastrea el nudo y dar al fin con la maraña oscura de pensamientos y sentimientos enredados que envenena el agua de mi pececito rojo. Jugar al explorador, partir tras cinco mil pistas sobre el origen del nudo, el porqué el còmo el cuando, las diferentes categorias de nudos: el nudo umbilical, el nudo nunca atado de las zapatillas, el nudo en la garganta, el nudo imposible de deshacer una vez que estàs dentro y el nudo al pedo, de esos que uno se hace sòlo porque tiene ganas y con quién tiene ganas.
Clasificarlo, elaborar teorias de nudo, armar carpetas, dar clases de nudo, proponerse como desanudador practico y quirurgico, creerse desanudador artistico y en vez de desanudar tejer subtilmente veinte nudos mas chiquitos, pero no por eso menos tenaces y caprichosos.
Puede que nunca sepa el peso de la piedra, ni encuentre su nudo. Creo que me voy a ir a sentar por ahi un rato, a mirar pasar las nubes y las chicas al sol. Hay sonrisas que lo desatan a uno, hay ojos que lo desanudan, lo desandan y lo desnudan. Hay pecas y manos que dibujan pececitos en el aire. Hay un camino al lado del mar que me lleva al viejo faro, desde donde se ve la estrella polar, la que hace girar a la tierra en su eje.
Por ahi en algùn momento mis pies se sentiràn mas ligeros y me llevaran donde ahora no me atrevo a ir, el nudo se habrà desatado solito y se habrà ido ofendido por las calles del sur. 
Porque no hay peor cosa que hacerle a un nudo: olvidarse completamente de él.



vendredi 5 août 2011

Archives

El señor vino porque no quería morirse sin recordar como era. Se lo dijo a la archivista. Que quería ver como había sido su esposa, después que su casa se había incendiado, después que ni siquiera una mísera fotografia había escapado de las llamas, las mismas que aún seguían quemando sus cartas durante la noche, cuando ya no podía ni escribir o dibujar el tímido rostro que se le escapaba entre las manos y que él había estado intentando aferrarlo durante tantos años, 70 para ser precisos, de acomodar orejas, sonrisa, ojos atravesados por ejes, mas arriba o mas abajo, pelo rubio pero no, rubio oscuro tirando a castaño, eléctrico en los dias de humedad. Pero sobre todo esa sonrisa. Si hasta los ojos se te sonreían y tus manos hablaban mas que tu boca...
El señor esperaba en su casa porque no quería morirse sin recordar como era. Esperaba que la archivista lo llamase, le dijese "tengo una foto, la foto del vestido rojo, la sola foto que ella vino a sacarse el día en que la declararon francesa". Esperaba en su casa mientras describía en su diario como hablaban sus manos, como podía convertir una sonrisa sincera en una mueca de payaso para alegrarle una mala noticia, como le gustaba cambiar de tanto en tanto los muebles de lugar par sentir que se renovaba y que lo renovaba con ella, como había cocinado para él un medallón de carne exquisito, preparando hasta las servilletas del color de su vestido rojo para decirle que nunca lo olvidaría y que acaso no seria el rojo lo que prenda fuego su casa sino el olvido de la sartén mientras la archivista buscaba, mientras el hombre esperaba solo y moría sin la imagen que había reconstruido pero para qué si su sonrisa seguía estando tan fresca cerca de él. Sin foto pero con sus manos que hablaban mas que su boca y su ronquido dulce que se filtraba en sus oídos mientras él dejaba caer su diario en la infinita noche.