Volver en bicicleta en la noche descubiriendo con cada pedaleada una maqueta silenciosa, espejito de la cancion que tarareamos contentos. Dejar que el corazòn vaya por delante y que elija las calles. Que se lance y tome otra vez el volante después de haber desvariado un rato y haberse perdido como un tonto en una ciudad sin sentido, que habia dibujado y que habian dibujado para él. Dejarse acariciar por una, dos estrellas. Saludar con la mirada la gente que vuelve sola a casa, o acompañada. Pedalear con la agradable sensacion de saber que viviré en otro lugar siempre, y que mi ùnica casa, alli donde descanse, serà ese movimiento perpetuo, el de volver a la noche tarareando alguna cancion bajo la luna.
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